En los partidos de
competición se permite a los equipos sustituir a tres jugadores. Las reglas de
la competición determinan el número máximo de jugadores suplentes, que puede
estar entre tres y siete. En partidos amistosos, el número de suplentes debe determinarse
antes de que empiece el partido, excepto en los partidos internacionales donde
no puede haber más de seis sustituciones. Generalmente se sustituye a los
jugadores más cansados, pero solo si los suplentes son adecuados para
desempeñar la misma función o si la formación se cambia para acomodarse al
nuevo jugador. Los entrenadores suelen evitar la sustitución de defensas para
no perturbar el equilibrio del equipo. A menudo reemplazan a los atacantes poco
efectivos o a centrocampistas de gran recorrido que se cansan más que el resto
de jugadores. Para un equipo que está perdiendo, un goleador fresco puede ser
efectivo para romper a los defensas contrarios que estarán más cansados. Para
un equipo que está ganando, un centrocampista fresco o un nuevo defensor
consigue reforzar las posiciones defensivas. Los jugadores lesionados también
necesitan ser sustituidos, por lo que no se deberían hacer los tres cambios
demasiado pronto para evitar que una eventual lesión deje al equipo con menos
de once jugadores. En este sentido hay que distinguir entre sustituciones por
motivos tácticos, por cansacio
y por lesión.
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